LA SELVA TIENE INICIO EN UNA MODESTA CHARCUTERÍA FUNDADA EL AÑO 1917 EN CAMPLLONG POR JOSEP ALBERTÍ LAPEDRA Y SU MUJER MERCÈ BOSCH
El 1 de diciembre de 1917 el joven Josep Albertí, originario de Campllong (Girona) se casa con Mercè Bosch. Los dos ponen en marcha una modesta charcutería donde venden carne fresca y embutidos, y rápidamente empiezan a subministrar a otras tiendas de pueblos vecinos, siendo un referente de calidad muy bien aceptado en toda la comarca.
El 1934 funda en El Carpio (Córdoba) una industria cárnica con el nombre de “La Flor Andaluza” con las instalaciones más modernas de la zona, aportando innovación técnica y elaborando productos autóctonos. Pero la iniciativa queda truncada por la guerra civil, y el año 1937 la familia Albertí-Bosch decide volver a casa.
El 1944, Joaquim Albertí, hijo del fundador, decide darle impulso a la empresa y apuesta por un nuevo sistema de elaboración del jamón cocido: la cocción en lata, primando la calidad de la materia prima y un proceso de elaboración que aporta al jamón un sabor único. El 1947, se registra la marca La Selva, convirtiéndose en un referente del jamón cocido.
La buena aceptación del jamón cocido hace que bajo los mismos principios de calidad y de proceso de elaboración tradicional se desarrolle una amplia gama de embutidos y se introduzca en todo el territorio español. La Selva se convierte en líder del jamón cocido de calidad y en referente de productos de alta charcutería.
La gerencia pasa a manos de Xavier Albertí, la tercera generación familiar. La empresa se profesionaliza y se potencia la innovación, la calidad y la producción de productos de alta charcutería. La marca La Selva crece en notoriedad gracias a la comunicación al consumidor y a una creciente penetración en el mercado. Se lleva a cabo una importante ampliación que incluye una sala blanca de grandes dimensiones, orientada al servicio de producto rebanado que se va imponiendo en el mercado.
La Selva cumple cien años gracias a una receta que ha tenido por ingredientes la perseverancia, la serenidad, la harmonía y el ser fieles a una esencia. La calidad del producto, la adaptación a las distintas necesidades del mercado y sobre todo, la confianza de miles de personas han estado indispensables para llegar a estos cien años.